Té de Ceylán de El gato negro

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El mes de marzo no ha sido gentil en absoluto. Las temperaturas extremas que asediaron a gran parte de la zona este del país fueron un gran obstáculo para la constancia de las entradas en este blog. Ese factor, sumado a que la última reseña fue muy poco leída, me desmotivaron bastante, y por eso estuve más de un mes sin publicar nada.

Pero el tecito emerge, se impone, aún contra los calores fruto del desmonte y la abrasión infernal del Sol reverberando sobre los kilómetros de cemento desnudo que nos toca atravesar. Por eso, y porque hoy refrescó un poquito, este ridículo blog vuelve a sus actividades, para traerles todo lo que siempre quisieron saber sobre el té, pero no se animaron a preguntar.

En mi anteúltima visita a El gato negro (porque la última, si bien cálida por las amistades con quienes la compartí, fue bastante fría en torno a la atención del local. No es una metáfora, me trajeron el té frío. En fin), pude comprar dos variedades de las más populares e interesantes, para poder probarlas en mi casa. Una de esas, que voy a reseñar hoy, es el té de Ceylán.

La realidad es que "té de Ceylán" es un término amplio para referirse a los blends provenientes de Sri Lanka, país insular ubicado al sur de India y que, en épocas de la ocupación británica, se llamaba "Ceylon" (en español, Ceylán o Ceilán. Una deformación del nombre original en cingalés, que hoy es su denominación oficial. Un dato: se llama República Democrática Socialista de Sri Lanka aunque sea un estado unitario semipresidencialista y lo gobierne un partido de derecha. En fin, pt. II), también conocido por su producción de canela. En occidente, sin embargo, se comercializa como una variedad específica de té negro, sin especificar la región de la que proviene o la forma de cultivo. Yo ya probé los blends de Harrods y de Twinnings, ambos comercializados como "orange pekoe", que significa que están hechos con las hojas más jóvenes y tiernas de la planta (en el de Harrods se podría apreciar muy claramente por la forma en la que se enrollaban).

El té de Ceylán de El gato negro es de cuerpo ligero, para nada robusto, pero sí con sabor intenso. A comparación de los tés negros característicos del desayuno, el sabor malteado y amargo está mucho menos presente, con una preeminencia de notas cítricas, una acidez más frutal que astringente. La característica más importante de este té es su leve toque ahumado, que también puede apreciarse en el aroma. Si bien no es amargo, el ahumado le da un sabor punzante, muy característico y particular, similar al que recordaba de las variedades anteriores que probé. Una propuesta perfecta para empezar a ahondar en sabores un poco más exóticos, sin salirse del todo de esa cálida cobija de sabor que es el té negro. Además, tomarlo durante estos días, es un gesto de fraternidad internacional, dado que pudimos experimentar las temperaturas tropicales y considerablemente húmedas con las que conviven diariamente los pobladores de Sri Lanka.

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